trastornos alimentarios

Trastorno de personalidad y trastorno alimentario

Un trastorno alimentario puede aparecer asociado a un trastorno de personalidad, en estos casos la persona cumple los criterios diagnósticos de ambos.

Cuando esto ocurre la sintomatología alimentaria se acentúa. Puede ocurrir que los vómitos y atracones sean más frecuentes o intensos, que la restricción alimentaria sea más severa, que los síntomas de ansiedad y depresión sean más agudos o que se dé un índice mayor de intentos de suicidio y autolesiones que en las personas que sólo cumplen los criterios para un trastorno alimentario.

Si estas personas son tratadas solamente de los síntomas asociados a la comida o al peso, sin tener en cuenta la patología de personalidad, pueden pasar años en tratamiento sin conseguir una mejoría estable. Con frecuencia se observa que mejoran durante un tiempo pero después recaen, pueden empezar a autolesionarse o mostrar síntomas de un trastorno alimentario diferente.

El estilo de personalidad influye en la forma en la que la persona afronta las dificultades y en cómo conduce sus emociones ante ellas. Cuando no se ha podido aprender una manera sana de manejar las emociones se puede recurrir a la comida para hacerlo.

La necesidad de control es uno de los rasgos de personalidad que se debe tener en cuenta en los trastornos alimentarios. En líneas generales la Anorexia Nerviosa se relaciona con una personalidad más obsesiva y ligada al control excesivo, mientras que la Bulimia Nerviosa está más asociada a rasgos impulsivos y menor autocontrol.

La presencia de un trastorno de personalidad implica que estos rasgos se acentúen, por eso es esencial identificar y tratar adecuadamente este trastorno junto con el alimentario, para lograr una evolución positiva y una recuperación real y duradera.

Incluso cuando no se puede diagnosticar un trastorno de personalidad es fundamental tener en cuenta los rasgos de personalidad de quien sufre un trastorno alimentario, porque van a servir de guía para entender cómo se relaciona con los demás y con el propio terapeuta.

Cuando el trastorno de personalidad es la patología de base es necesario tratar ambos trastornos al mismo tiempo pero entendiendo el alimentario como un síntoma asociado.

Sin embargo, no siempre que en el tratamiento de un trastorno alimentario hay una mala evolución es debido a la presencia de un trastorno de personalidad. Por eso es muy importante acudir a un profesional cualificado, con experiencia en ambas patologías, que pueda valorar adecuadamente como proceder en cada caso concreto.

La presencia de ambos trastornos simultáneamente complica el pronóstico. Esto no significa que la persona no se pueda tratar y recuperar pero sí que la planificación de su tratamiento debe ser diferente.

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